lunes, mayo 6, 2024

Trabajar la motivación intrínseca en nuestros hijos

Al comienzo de la etapa primaria, toda la comunidad educativa quiere motivar a los niños y niñas para que disfruten de aprender. Pero, ¿cómo se consigue esa motivación?

La motivación es aquello que anima a una persona a actuar o hacer algo. Y hay de dos tipos: la que nace de esperar una recompensa externa o aquella que surge por la propia satisfacción personal. Generalmente todos y todas tenemos los dos tipos de motivaciones, pero las que realmente nos hacen avanzar y crecer como personas son aquellas motivaciones internas, conocidas también como intrínsecas.

En este artículo te animamos a conocer y aplicar la motivación intrínseca con tus peques.

La diferencia entre motivación intrínseca y extrínseca

La motivación, sea del tipo que sea, es la que nos lleva a tener una actitud positiva, a querer superar retos. Estar motivado nos empuja a conseguir y desarrollar objetivos y habilidades. Pero hay dos tipos de motivaciones, también en nuestros hijos:

  • La motivación extrínseca: aquella que depende de algún estímulo externo, como por ejemplo conseguir una recompensa, evitar un castigo, que nos hagan un halago…
  • La motivación intrínseca: es aquella que es independiente a los estímulos externos, y que nos empuja a hacer algo es las ganas de hacerlo. La recompensa es interna: orgullo personal, autonomía, amor propio, satisfacción, confianza, alegría…

Como ves, todos y todas utilizamos en educación la motivación extrínseca, pero no debemos olvidar la importancia de cultivar en los peques la motivación intrínseca, aquella que no les va a fallar nunca.

Cómo recuperar la motivación intrínseca de los niños y niñas

En sus primeros años de vida, los niños y niñas exploran el mundo y aprenden por el mero placer que encuentran en ello. Es decir, que cuando nacen, lo que les mueve es la motivación intrínseca. Jugar, curiosear, preguntar, explorar…

Pero con el paso del tiempo esta motivación va dejando paso a la motivación extrínseca, cosa que en sí no está mal y es natural, ya que comienzan a vivir en sociedad. Pero hay que intentar mantener esa motivación que nace en el interior, y para ello podemos:

  • Alentar en vez de halagar. Por ejemplo, si nos enseñan un dibujo, en vez de decir “muy bien hecho” podemos cambiarlo por “¿te gusta?, ¿has estado mucho tiempo pintándolo?, ¿qué es lo que más te gusta a ti?, ¿en qué te has inspirado”? Otro ejemplo, en vez de decir: “estoy muy orgulloso de ti” se puede cambiar por “has trabajado mucho, debes estar orgulloso de ti mismo”.
  • Fomentar la curiosidad y el juego libre. Cuando los niños y niñas juegan de forma libre, aprenden mucho sin la presión de obtener un resultado. Y eso es una excelente forma de obtener una motivación intrínseca.
  • Ayudar a que descubran aficiones que les gusten. Está muy bien hacer extraescolares productivas, pero también hay que dejar espacio para que exploren sus aficiones y gustos para que dediquen tiempo a aquello que los hace sentir bien.
  • Enseñar a alcanzar metas. Las metas que se proponen los peques deben ser alcanzables, y podemos ayudarlos a dividirlas en pequeñas acciones que puedan ir logrando por sí mismos, sin ayuda externa.
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